Algorithmic democracy (Springer, 2024). Nuevo libro publicado

 

El libro Algorithmic democracy, publicado recientemente por la editorial Springer, aborda el actual proceso de algoritmización acrítica, inmadura y despótica de todos los procesos democráticos, como la toma de decisiones, la elaboración y aplicación de leyes, el desarrollo de política púbicas, la participación ciudadana o la construcción de opinión pública, así como los desafíos éticos y políticos que plantea para la sociedad hiperdigital.
En sus páginas, los autores destacan el potencial de la Inteligencia artificial a la hora de abordar los actuales desafíos de gobernanza, administración y participación de las democracias modernas, pero también su capacidad para automatizar las injusticias y aumentar la brecha de las desigualdades, favoreciendo al hombre sobre la mujer, al caucásico sobre el africano o al rico sobre al pobre.
La algoritmización, especialmente aquella basada en IA generativa, se ha convertido en la principal respuesta de los gobiernos frente a los retos y desafíos de nuestras democracias. Los bots sociales y políticos, especialmente su versión generativa, colonizan la esfera pública con contenidos sintéticos que pervierten y distorsionan tanto la realidad como la opinión pública. Los políticos virtuales se postulan como candidatos en elecciones presidenciales y municipales (Rusia, Dinamarca, Japón, Nueva Zelanda), prometiendo neutralidad, exhaustividad y justicia frente el sesgo egoísta que caracteriza la toma de decisiones humanas. Los gemelos virtuales se exhiben como la forma más eficaz de afrontar la desafección participativa y la mejora de los sistemas democráticos representativos. Y las plataformas digitales y los ecosistemas ciberpolíticos que ofrecen se constituyen como los pilares que sustentan las estructuras de la gobernanza política, convirtiéndose en los actuales grandes centros de despotismo
Las consecuencias de tales excesos algorítmicos se empiezan a sentir en forma de un aumento exponencial de la percepción de obsolescencia humana, de la vulnerabilidad de los sistemas y las sociedades y entropía social, de la instrumentalización de las esferas funcionales de la sociedad y sus instituciones, de la automatización de las injusticias, de la irresponsabilidad política, del despotismo e imperialismo tecnológico, de la penuria moral entre la ciudadanía más vulnerable, de la desconfianza en lo humano, entre otras muchas cosas.
Según los autores, detrás de todo ello subyace el interés particular de organismos gubernamentales y grandes tecnológicas. Estos utilizan su enorme poder para diseñar, promover y difundir algoritmos inteligentes con el objetivo de satisfacer fines estratégicos y altamente instrumentales, como mantener o acrecentar el poder, controlar la ciudadanía, someter a la sociedad, manipular el voto, amordazar la opinión pública, provocar consumos compulsivos, etcétera.
El principal problema, según los autores, es que se está dado a la IA un acceso ilimitado a nuestro mundo privado y, sobre todo, intimo. Llevamos una década metiendo en nuestra casa, nuestro coche, nuestro cuerpo, un sinfín de aparatos inteligentes que recopilan nuestros datos para las grandes corporaciones gubernamentales y tecnológicas: robots, teléfonos móviles, altavoces, relojes, gafas, cámaras, auriculares, ordenadores y otros muchos aparatos tecnológicos dotados con IA. Y cuantos más datos tiene la IA, más vulnerables se vuelven las personas, las sociedades y las distintas esferas funcionales que, como la democracia, ésta utiliza para proyectarse y desarrollarse. Con los datos, la IA genera discursos sintéticos capaces de segregar a sus intereses la voluntad libre del consumidor o electorado, unos intereses que, evidentemente no son de los algoritmos, sino de aquellas corporaciones gubernamentales y tecnológicas que los diseñan y difunden con el objetivo de satisfacer sus fines estratégicos e instrumentales.
Otro problema fundamental según los autores, es que la esfera pública, el lugar donde la ciudadanía utiliza el diálogo y la deliberación para llegar a acuerdos sobre el sentido de distintas cosas de la democracia, como la legitimidad de las acciones y decisiones de un gobierno, se ha ido desplazando hacia el mundo digital (como las redes sociales). Este desplazamiento ha permitido la hibridación entre lo humano y lo no humano y su colonización algorítmica, facilitando con ello la posible injerencia de los gobiernos y grandes corporativas a través de contenidos sintéticos masivos, cámaras de eco, filtros burbuja, etcétera, que producen campos de distorsión de la realidad.
La guerra de la franja de Gaza es un claro ejemplo de todo ello. Ambos bandos en conflicto han utilizado la IA generativa para manipular la opinión pública mediante paquetes de datos sintéticos que reproducen información con un alto contenido emocional que ha despertado conciencias y producido rechazo de la sociedad internacional hacia un grupo u otro. La aplicación de ese potencial disruptor y distorsionador de la IA Generativa en un super año electoral como 2024, donde 74 países de todo el mundo van a elegir sus representantes, puede tener impactos altamente corrosivos para la democracia a escala global.
Asimismo, los autores también destacan el problema de la reducción de los espacios de libertad. La potencialidad de las democracias algorítmicas se basa en la producción, recopilación y explotación de los datos masivos de la sociedad digitalmente hiperconectada. Para ello, aplican políticas de vigilancia masiva (Mass survellance). Se trata de la implantación por parte de los estados de miles o millones de cámaras, sensores y otros tipos de artefactos de vigilancia conectados a una inteligencia artificial en el espacio público, y, en algunos casos, también privado. A través de este despliegue tecnológico, los gobiernos ejercer un control sobre la ciudadanía cada vez más férreo y opresor, produciendo con ello una espiral de silencio que ralentizo o impide la regeneración, desarrollo y buena salud de las democracias modernas
A pesar de todo, los autores no abogan por paralizar el desarrollo de la IA, sino por gobernarla. Por un lado, apuestan por promover una sociedad civil fuerte y un desacoplamiento de la esfera pública y la esfera digital que permita recuperar la relacionalidad, la crítica y el acuerdo sobre las acciones y decisiones políticas y los distintas procesos democráticos. La opinión pública, como propuso Alexis de Tocqueville en su célebre obra La democracia en América, es clave para el progreso y la buena salud de las instituciones democráticas y, con ello, del desarrollo de la sociedad. Por otro lado, apuestan por desarrollar, aplicar e implementar instrumentos y mecanismos de autorregulación para la gobernanza ética de la Democracia algorítmica, como los códigos de ética y conducta para orientar su diseño y explotación, los canales de ética para alertar o denunciar casos de mala praxis, las auditorías éticas para comprobar su correcto funcionamiento, o los informes de responsabilidad y explicabilidad para rendir cuentas a la sociedad de sus usos e impactos.